GUDIE LAWAETZ, ENAMORADA DE LA FESTA
12th, Déc
Su rotunda figura, coronada por una alborotada cabellera blanca, constituía un paisaje habitual en las representaciones del Misteri. Gudie formaba parte de la Festa y, como tal, nadie se preguntaba de qué lugar venía para estar ahí justo en ese momento. Ver a Gudie en Elche en agosto era lo natural.
Todo había comenzado mucho tiempo atrás, cuando su amigo Lluís Llach, según ella misma relataba, le descubrió el Misteri. Recuerdo haber visto a Llach, enorme grabadora y micrófono en mano, hace miles de años, de pie junto a una de las tribunas, sin perder detalle de la representación. ¿O es una alucinación, fruto de dos amores compartidos: Llach y la Festa?
El caso es que Llach sorprendió a Gudie, en su casa de Londres, escuchando fascinada la música de Monteverdi. Y, ante su entusiasmo, le dijo: “Eso no es nada comparado con el Misteri d’Elx”.
PASIÓN
Ahí empezó todo. Desde ese momento, hasta que la película de Gudie Lawaetz y Michael Dodds sobre La Festa d’Elx estuvo terminada, mediaron años de descubrimiento, deslumbramiento, amor, empeño, lucha, trabajo, búsqueda de financiación, comprensión, empatía…
El equipo británico que coordinaba Lawaetz grabó, como recuerda el archivero del Patronato del Misteri Joan Castaño, las representaciones del 14 y 15 de agosto de 1978, pero también escenas de agosto de 1977 y las fiestas de la Venida de la Virgen de diciembre de ese mismo año.
El buen hacer profesional estaba en Gudie salpicado de pasión. Ambos, requisitos imprescindibles para toda obra sincera y perdurable.
Su película dio a conocer nuestro Misteri internacionalmente, lo cual es muy importante; pero, más importante aún: lo dio a conocer bien.
Ella entendió la íntima implicación del pueblo con su fiesta, supo captar lo que había al otro lado del cielo y de la tierra y comprendió que lo que sucedía en la basílica de Santa María en agosto tenía muchísimo que ver con la vida cotidiana, con el ser esencial de esta ciudad. Por eso hizo el trabajo que hizo.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
Gudie Lawaetz amplió definitivamente la mirada sobre el Misteri, le dio alas. A veces hace falta que unos ojos teóricamente ajenos (hoy, tan nuestros) nos miren, para descubrirnos a nosotros mismos. Su trabajo marca un antes y un después en la documentación y difusión de la Festa.
Según ha señalado Vicente Pérez Sansano, su gran amigo y anfitrión (en representación del Patronato del Misteri) cuando ella desembarcó, en los años setenta, por estos lares, Gudie – última prueba de amor que los ilicitanos debemos agradecer en el alma– expresó el deseo de que sus cenizas reposaran en Elche. No nos costará mucho verlas descender del cielo, en agosto, en forma de oripell.
Autora: María Ángeles Sánchez