La Palma Blanca: la artesanía tradicional de Elche
14th, Mar
En el Domingo de Ramos, las palmas blancas acompañan la procesión triunfal, recordando la entrada de Jesús en Jerusalén. Los miles de participantes portan palmas blancas acompañando al trono de Jesús Triunfante o “Pas de la Burreta”. Se celebra, al menos, desde 1371 y fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional en 1997, gracias a su antigüedad, singularidad y gran atractivo tanto para los ciudadanos como para los turistas. Ya desde el siglo XV Elche exporta la palma blanca a diferentes ciudades europeas.
Sin embargo, la utilización como elemento ceremonial de las palmas se constata en la cerámica ibérica encontrada en las excavaciones realizadas en l’Alcúdia, el antiguo poblado ibérico de Heliké. En los restos hallados, aparece ya representada la palma rizada.
La producción de la palma blanca es un proceso muy laborioso y totalmente artesanal cuyas técnicas ancestrales han pasado de padres a hijos durante siglos. El hortelano vivía durante todo el año en la casa del huerto, conocida popularmente como “faeneta” y dedicaba la mayor parte del día al cuidado de la palmera y al de otros productos asociados, siguiendo las técnicas de cultivo y regadío heredadas de la cultura árabe.
Los huertos se hallan flanqueados por palmeras datileras dispuestas a lo largo de las acequias. Algunas palmeras se destinan al cultivo de dátiles mientras que otras se preparan para la obtención de palma blanca. Para unas y otras se requieren una serie de tareas anuales que exigen el espectacular ascenso hasta la parte superior de la planta.
El primer paso para la elaboración de la Palma Blanca es el proceso de atado, que se inicia a principios de diciembre y que consiste en cerrar el ojo de la palmera con cuerdas artesanas formando un cono, consiguiendo que las palmas nuevas que nazcan no realicen la fotosíntesis. Al recibir poca luz, quedan de un color blanco amarillento.
Después de unos meses, a partir de la festividad de Domingo de Ramos y hasta el mes de agosto, los expertos palmereros suben de nuevo a las palmeras y las cubren con hojas o con un plástico oscuro especial. Las palmas quedan encaperuzadas, protegidas del sol, pero recibiendo aún algo de luz a través de una abertura, para seguir creciendo, hasta 4 metros como máximo.
La recolección se realiza desde septiembre hasta la víspera del Domingo de Ramos. Las palmas que han crecido en el interior del encaperuzado se cortan, y se dejan las necesarias para no causar daño a la palmera ni alterar su crecimiento.
A continuación viene un proceso de selección por medidas y calidades, y otro de limpieza. Para terminar de darles ese tono claro, se cepillan una a una y se introducen en piscinas especiales para blanquearlas; se depositan en cámaras acondicionadas para terminar su blanqueamiento y mantenerlas en condiciones óptimas de conservación hasta su envío como palma blanca lisa, o hasta que se inicie el trabajo de rizado o trenzado.
El trenzado de la palma blanca es realizado habitualmente por las mujeres de la familia, conocidas popularmente como rizadoras. Es un trabajo que necesita mucha dedicación, al ser muy difícil de enseñar y considerablemente laborioso.
Las manos y el ingenio de las maestras artesanas tendrán que unirse para dar vida a variadísimos modelos, de entre 5 cm y 3,70 metros, que se llevarán en la mano o en la solapa. Las palmas trabajadas se envasan en bolsas individuales, y se guardan en las cámaras frigoríficas con azufre hasta su uso.
La variedad de los diseños ornamentales es fruto de la inspiración creativa de las artistas, las hojas son trenzadas, unidas y cosidas para formar motivos como estrellas, cadenetas, cruces, vírgenes, bolas, flores, etc., que se van añadiendo a la palma central y consiguen un hermoso e impactante resultado.
Las familias de palmereros, artesanos y artesanas han transmitido el saber del oficio durante siglos. Hay algunas familias en Elche que llevan más de 60 años elaborando palma blanca.
En el Huerto San Plácido, se encuentra el Taller Municipal de Artesanía de la Palma Blanca y el Museo del Palmeral. En él, además de poder disfrutar de un huerto tradicional de palmeras, podrás conocer de cerca el trabajo de las artesanas de la palma blanca y de los palmereros, incluyendo una exhibición de subida tradicional a la palmera, recogida del dátil, encaperuzado, poda y polinización manual, etc. Todos y cada uno de los procesos que sigue el cultivo de la palmera y que aún hoy permanecen en las costumbres de los ilicitanos.